Pasado El Terremoto
El 23 de octubre de 2011 la noticia de un gran terremoto consternó a nuestro país. Si debo ser sincero, nada de lo que siguió a la sacudida me sorprendió en lo absoluto.
El primer encuentro de nuestra generación con un gran terremoto ocurrió en 1999, con el de Gölcük. Recuerdo que ese día me encontraba en casa de una tía a la que quiero mucho. Dos meses antes me había graduado de la universidad y había regresado a Turquía a pasar las vacaciones en familia, a la espera de empezar a trabajar en los Estados Unidos en septiembre de ese año. Solía bromear con mi tía sobre su casa en Ulus, debido a su ubicación. Siempre le decía “si hay un terremoto en Estambul, seguro que tu casa se viene abajo”. Aún así, me gustaba quedarme con ella. Aquella madrugada, a eso de las tres, me despertó una gran sacudida. Pensé que estaba soñando y no entendí la situación hasta que no oí el ruido de la lámpara de nuestros vecinos de arriba, al hacerse añicos. Salté de la cama y mi primera reacción fue correr a la habitación de mi tía. Créanlo o no, las sacudidas eran tan fuertes que casi no lograba mantenerme de pie mientras avanzaba. Iba chocando con cuanto había a mi alrededor, hasta que finalmente pude llegar hasta la habitación que mi tía compartía con primo Ali, por aquel entonces un niño todavía pequeño. Les grité que saliéramos de la casa y de prisa, logramos dejar el edificio.
Las réplicas que siguieron al sismo de Gölcük, el de Düzce -ocurrido después-, y muchos otros ejemplos, nos ponen ante una triste realidad: Turquía es un país de terremotos. Como nación, tendríamos que aprender a lidiar con este hecho y sin embargo, aún no hemos podido hacerlo. Aunque hemos mejorado en algunos aspectos, cada vez que ocurre algo así se repiten el mismo caos; las mismas dificultades y situaciones.
AKUT llegó a nuestras vidas en 1999. La institución se ocupó de las operaciones de rescate después del terremoto y se ha convertido en un símbolo. En Van hemos visto que junto a AKUT, han trabajado muchas otras organizaciones públicas y equipos de búsqueda y rescate especializados en desastres naturales. En mi opinión, es el único aspecto en el que nos hemos desarrollado cuando se trata de enfrentar un terremoto: la respuesta inmediata de la gente. Estuve en el centro de operaciones de AKUT durante el terremoto de Gölcük para dar mi contribución. Mi diálogo con unos de los técnicos fue algo así:
- ¡Hola! Me gustaría participar en las labores de rescate.
- ¿Sabes algo de montañismo?
- No.
- ¿Y de primeros auxilios?
- No, tampoco.
- Bueno, entonces puedes ayudar distribuyendo suministros.
- Por supuesto, haré lo que pueda.
Al improviso me vi en un camión, distribuyendo artículos de primera necesidad (de alguna manera, un trabajo similar al que hago actualmente con el Banco de Alimentos). Más tarde, cuando vi que la gente se sumaba a los equipos de rescate, pensé que podía hacer más y regresé a Estambul.
Reuní a nuestra brigada de construcción (al fin y al cabo, la gente que se ocupa de construir sabe cómo gestionar los escombros de los edificios) y regresamos todos juntos al lugar del desastre.
Créanme, entrar en ese estado mental es algo realmente indescriptible. La desesperación de la gente, su esfuerzo para ayudar en todo lo que pueda, el dolor, la tristeza, la alegría, el fatalismo, la ira, la adrenalina, la fatiga … Todos estos sentimientos y emociones se mezclaron y salieron a flote durante aquellos días.
Estoy seguro de que esos mismos sentimientos están presentes hoy, pasado el terremoto de Van. Al ser alguien que ama tanto su país y que se preocupa por los ciudadanos, esta situación realmente me molesta. Sin embargo, tenemos las manos atadas: uno quiere ayudar, pero no hay una coordinación adecuada. Todo el mundo habla al mismo tiempo. Fue así en 1999 y es así hoy en día.
Otro problema que no cambia es el de las casas construidas por los contratistas que, o no saben cómo fabricar correctamente, o que, haciendo gala de una mentalidad muy estrecha, conscientemente ahorran en los materiales para obtener “ganancias”. Casas que se derrumban fácilmente. Pueden estar seguros de que esa gente, como ya ha ocurrido en el pasado, no será perseguida ni castigada por la ley (con excepción de los nombres que la prensa haya sacado a la luz).
Después del terremoto de Gölcük, los periódicos revelaron el nombre de un contratista que se convirtió en el símbolo del fraude. En la actualidad, de manera similar, la prensa escribió sobre otro contratista que construyó casas de baja calidad que se derrumbaron en el terremoto, y que luego instaló tiendas de campaña en su jardín para los afectados. Su casa no sufrió ningún daño.
La Media Luna Roja fue incapaz de trabajar correctamente Gölcük y de nuevo fue incapaz en Van, sobre todo en lo relacionado con el suministro de tiendas de campaña, casas prefabricadas y medios para combatir las bajas temperaturas.
Después del terremoto Gölcük, el país entero se unió para echar una mano y lo mismo hizo en los días de Van. Todos quieren dar lo mejor de sí para ayudar a las víctimas. La solidaridad es una característica de nuestro país de la que estoy muy orgulloso.
Un par de días después de cada terremoto, hay docenas de personas salvadas y los equipos de búsqueda y rescate demuestran su capacidad de trabajo en cada ocasión. Lloramos por los que no se salvan. Por respeto a las víctimas, siempre se cancelan programas de entretenimiento. Siempre se repiten las mismas cosas. Podemos decir que todo es casi igual desde 1999 y creo que nada de esto va a cambiar con facilidad. También, olvidar todo de inmediato es parte las características de nuestro país. Nadie se acordará de Van en un mes. Poco a poco, los afectados serán abandonados a su suerte.
¿Qué podríamos hacer para que esto fuera diferente? Me gustaría dar mi opinión en la próxima entrada de mi blog.
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